• La idealización geek

    Y sucedió de nuevo. No sin antes imaginarlo, pero sucedió de nuevo. Pareciera que cuando uno imagina algo lo suficientemente fuerte imanta las micro-partículas de irrealidad logrando que, solas ellas, se dispongan en posición de creación.
    Si uno no tuviera otra vida aparte de la vida tecno-adicta, probablemente sería más grave. El tecno-adicto se encontrará con que una situación de pérdida de “satisfacción geek” es bastante más grave si además de esa tecno-adicción no sufre de alguna otra.
    No es mi caso. Sé que amerita mucha réplica, pero por fortuna disfruto de otras adicciones. Sufrir en materia de tecno-adicción, aunque deviene en una pérdida de satisfacción geek, en mi caso no es tan grave.
    Pero analicemos el caso del que sólo tiene una. El caso del tipo que aparte de la tecnología es incapaz de disfrutar de un combate en un tatami; de una ensalada; de la parte húmeda de una mujer. ¿Cuán ruin serían las partículas de irrealidad al converger en formar una realidad donde lo bueno tiende a cesar y lo mediocre a abundar?
    Si, ya ha quedado lo suficientemente claro: idealizar es malo. Pero esa sentencia nos lleva casi a asegurar que hay que conformarse con lo que uno observa en la realidad y no con lo que uno podría observar. Y muchos no entienden eso. El que crea, idealiza. Porque idealizar viene de idea. Las ideas ocurren en el cerebro. De alguna manera esa idealización le sirve al que crea para sacar del caos las piezas del puzzle necesarias para armar esa idealización. Y, aunque es cierto que la idealización del que espera no es la misma que la del que crea, en el fondo ambas construyen o quieren construir una nueva realidad.
    El mundo tecnológico del geek es una idealización constante. Todos queremos que el próximo móvil tenga tal o cual cosa. Idealizamos; soñamos; esperamos. Llega el día y no pasa. Todos deseamos escuchar un podcast donde aprendamos algo fantástico; donde se nos explique como disfrutar de la tecnología de una forma desconocida. Y tampoco pasa. Es una especie de loop recurrente. Me refiero a la constante espera de cosas que al final no llegan como uno las espera. Sean gadgets, podcasts, keynotes, euskals, periscopes, etc.
    ¿Qué hace uno entonces? Pues deja de comprar gadgets; de grabar y escuchar podcasts; de ver keynotes; de ir a Euskals y de interesarse en Periscopes.
    Deberíamos volver al tecno. Justo un día antes de cuando todo empezó a hacerse masivo. Los niños del parque serían un buen ejemplo.
    Por de pronto, la cinta negra que tapaba la cámara delantera de mi iPad y que había quitado gracias a esa racha geek periscopiana que estaba teniendo, ha vuelto al lugar donde siempre ha debido estar. Eso si, dejando el sensor de luz al descubierto. Después de todo, aún sigo siendo un geek.


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